Catarsis XII: el oasis.

Poderosa es la palabra
aun más poderoso el silencio,
el silencio de obrar.
dedicar un acto al sentir.

Calentar un alimento,
escribir una carta a puño,
cortar una flor por la calle,
para moldear unos cachetes carmín
y dibujar brillo en la mirada.

Alguien que en las lagrimas que brotan 
pueda reflejar su luz
para secarlas sin tocar la mejilla húmeda.

Vale más,
           estar siempre,
     tener la respuesta justa 
en el momento necesario.

Que alzar monumentos 
a los ojos de porcelana
                         de la crueldad disfrazada.

Es instinto,
 es animal
y muy humano 
ser 
quien refleje sus heridas en las del otro, 
y poder asi, calmar el ardor.

Amor 
Es lo que no surge de un hálito premeditado.
                          Es el viento que agitan las hojas de un oasis.
                                                     Es el compás natural del corazón. 

Oasis perpetrado en la jungla de ojos ciegos.
lugar propicio para encontrar la verdad, 
donde abarcar el mundo entre los brazos,
y respirar el aroma celeste del agua,
esa esencia hidratante 
que hallamos al coincidir
entre tantas miradas maquilladas.

Eso es amor. 

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