El abandono

Abandoné la promiscuidad, 
la dejé olvidada
cuando pude sentir
como acarició mi cara
una mirada 
que gritando
me dijo
"no te vayas, por favor"

Me abandoné a mi,
a mi yo perecedero
cuando atado a sus suspiros
recorrí sintiendo, 
mi sonrisa,
mi alma.

Dejé tirados 
los recuerdos
carbónicos
para que no pesen
ni ardan
cada vez que miro 
por el retrovisor

Me alejé volando en un silencio,
pues ya no quiero
 volver a verme
 hijo de la pluralidad.

Tantos rostros plásticos
de transeúntes anónimos
y una sola mirada me encontró

Son los ojos del destino 
sin la gangrena del azar
que incitan en mi,
  un picor divino,
un sabor a pimienta dulce
que hacia rato no saboreaba.

El mejor adiós, 
es la renuncia al propio pasado,
hacer morir los fantasmas, 
dejar las rocas en su lugar,
para no patear
ni dañar
el camino 
que nos queda por afrontar.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Suavignon

mundo cerrado, olor estanco: abramos la ventana!!

Catarsis IV