carta a un niño.

Un dia,
no supe mas como era
ser yo.
me encontré
con una espada de doble filo,
blandiendo sobre mi.

Desilucioné,
desterré
y dejé morir
 la confianza
 de una persona querida.

y me siento ajeno,
a esa gran persona,
a ese gran honesto,
al apicultor de la diplomacia.

nunca me dolió tanto,
ver que no soy quien soy.
que soy un extraño,
que me boicoteo por miedo al miedo.

¡qué semblante de mierda tengo que tener,
para no desperdigarme como un tiro al aire!

me duele todo,
me duele la nada.
la nada que me tocó a la puerta,
una puerta por la que pretendia
apostarlo todo.

me quedé con nada.
por no poder romper con mi historia.
y no hay nada mas penoso,
patetico,
 pauperrimo,
que quien no sabe de su propia peligrosidad.

soy un lobo,
soy tantisimas cosas,
 pero no soy yo.
no soy en cada lectura,
no soy en mi reflejo hoy por la mañana
ni en el borde de mi barba.
no estoy en cada uña al tipear esto.
no me oigo sollozar la traición a mi mismo

me ignoro,
 me ignoré.
y no quiero que siga pasándome.
 y pasandole a mis seres queridos.
por que no hay peor petulancia,
 que romper a otro.

me duele,
 el cuerpo,
hoy no tengo
un cuerpo.

 la abundancia de sol
 me fastidia durante el día.
 la profundidad de la noche,
me martilla los cesos.
 ¿cómo pude?  ¿como pudo ismael? ¿soy quien creo?

sigo repitiéndolo.
sin repetirme.

hoy me tope con unas cartas,
 en medio de esta vorágine,
 escritas por un ismael,
 de 11 años de edad.
y lloré,
por primera vez,
 al leerlo.
 tan pequeño y dolido por una mentira.
ajeno a su vida,
¿como la sangre podia mentirle?
 se cuestionaba,
por qué le dolia el cuerpo
y comentaba,
 que cayendose de la bicicleta,
 dolia menos.
le dolía otro cuerpo.

hoy no sé quien soy,
ese papel,
ese marco,
esos trajes...
no me han dicho
quien soy.

perdon, pero asi no puedo.
perdon, pero asi no llego
perdon, no sé ser.
perdon, no sé
perdon, no.
ayúdame,

ismael.

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