A la vuelta de un haiku
En el mas acá,
gritan por ella, sus ojos,
en otro idioma.
La rosa cayó,
en la profunda bruma,
juraron no huir.
Habló la luna
su risa mutó plena,
encontró la paz.
La piel serena,
de seda, que cae,
miradas ciegas.
Sombra que toca,
cántaro que rebalsa,
bullen prisas.
Extirpa fugaz
cada prenda, cada risa
los guía la brisa.
Calor pálido,
plenitud al mirarse,
luz de luna llena.
Manos en la miel,
aparecen cortadas,
voces amantes.
Risa cereza
mujer, no sin ser dama,
filosa ella.
Un relámpago,
y el grito tapado,
pequeña muerte.
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